Todos los domingos se veían en misa. Él, que ya la había fichado, se sentaba cerca para poder observarla mejor. Hasta que un día descubrió que ella era conocida de su hermana y aprovechó esa ventaja para encararla: le entró por el lado religioso, claro. Durante su fugaz relación, se hicieron habitués del cine y de Mc Donalds y, alguna que otra noche, la rompían en la matiné de turno. Ella todavía iba al colegio: era una nena. Durante las vacaciones, estuvo expuesto a muchas tentaciones y, como la carne es débil, encontró a otra que calmara sus ansias. Sin dudarlo un momento, le mandó un mail a quien era su novia donde le comentaba que había conocido a otra chica y que ése sería su último contacto.
-Agradecemos a una de nuestras
lectoras por habernos enviado esta historia.
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